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Foto del escritorCarolina Capmany

Cuando la coraza se derrumba


¿Por qué habiendo atravesado crisis y procesos intensos a veces luego de eso vivimos golpes contundentes que nos desequilibran y desconciertan?. Cuando uno cree que ya fue suficiente, porque vivió un proceso doloroso y arduo en virtud del cual descubrió aspectos nuevos de sí mismo, surge un golpe duro del “destino” que nos derrumba.

Más allá de las crisis y momentos intensos que atravesamos, hay algo que tal vez aún protegemos, una estructura muy oculta en nuestro interior que nos sirve para refugiarnos y sobre la cual también nos apoyamos sin darnos cuenta. Nos brinda argumentos para defender algo, material que utilizamos para sostener nuestra personalidad, nuestras verdades e incluso para distanciarnos y juzgar.

Es evidente que los acontecimientos de la vida no suceden porque sí y no se trata de enojarse con el destino o con las circunstancias. Hay varias preguntas para hacerse en todo caso: en primer lugar, si luego de algún proceso ha surgido algún golpe inesperado en tu vida, dígase una ruptura repentina en una relación amorosa o laboral, una noticia imprevista respecto a tu empleo o a una situación familiar, hay algo ahí que no fue procesado aún entonces. En segundo lugar, si hubo alguna de esas circunstancias porqué no la viste venir, si seguramente hubo señales que te indicaban que algo más había.

Y aquí es cuando hay que reconocer que el Universo es implacable, por más que uno quiera auto-engañarse creyendo que ya descubrió lo que tenía que descubrir de sí mismo, si hay cosas que aún están ocultas en uno, de alguna forma se manifestarán en el afuera, nos guste o no. Y además de implacable, el Universo avisa, mediante señales, el tema es que muchas veces estamos inmersos en nuestra nube de auto-engaño sostenida en justificación y no las vemos, pero siempre están.

Se trata entonces de entender que esos cimbronazos que nos genera el destino no son más que manifestaciones externas de nuestro mundo interior. Y aunque duela, o sintamos que se nos viene el mundo abajo, hay que entender que tiene un propósito.

Hacer trabajo interno no es algo fácil, no se trata solamente de reconocer y decirlo, también hay que dejar dicho en nuestra vida, a través de nuestros actos diarios, que realmente hubo un cambio. Aquí es cuando en general tropezamos, nos confundimos y muchas veces, nos suceden situaciones que terminan de desmoronar lo que estaba flojo y no queríamos asumir.

En lo que respecta a la simbología del Tarot, nos encontramos aquí con el Arcano La Torre, esa carta que tanto espanta porque parece tremenda cuando en realidad no es así, le han hecho mala fama. Justamente lo que muestra esa carta es cómo cuanto más nos aferramos a nuestra coraza-torre dentro de la cual nos refugiamos al hacer de cuenta que sí fuimos a fondo cuando no, viene el rayo-destino-universo a mostrarnos lo que dejamos por fuera. Nuestras circunstancias externas, lo que nos sucede en el afuera no son más que extensiones de nuestro mundo interno, TODO lo que nos sucede tiene que ver con uno. Tenemos la tendencia a ser selectivos y esto queda evidenciado cuando nos enojamos con alguien, cuando criticamos o enjuiciamos, ya que acusamos con el dedo sin que nos tiemble la mano. Así de crueles somos con el afuera porque así lo somos con nosotros mismos cuando nos equivocamos y esa actitud lo que menos produce es crecimiento. Todo lo contrario, nos etiqueta y paraliza.

En definitiva, de lo que se trata es de llegar al hueso en nuestra vida cotidiana, entender que ese derrumbe de nuestra torre protectora nos está brindando la posibilidad de realmente construir algo auténtico, que no hay algo que defender, que no hay que temerle a los rayos de la vida, que siempre son muestras de lo que hay que aprender y asimilar. ¿Detectaste tu torre de piedra?. ¿Te atreves a derrumbarla?.

Carolina Capmany

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