Luego de esa intensa evaluación y de si realmente hubo una profunda comprensión de todo lo recorrido estamos en la instancia de poder decir AHORA SÍ, lo he logrado, he llegado.
Desde los relatos míticos es el preciso momento en que el príncipe se casa con la princesa, el héroe regresa a su hogar a compartir lo vivido. Y justamente en esos relatos es cuando tenemos ese final, no sabemos cómo sigue la historia. La conocida frase “y vivieron felices y comieron perdices…” representa esta instancia.
Y aquí es donde hay que tener más presencia que siempre, ya que está latente el dormirse en los laureles, querer eternizar ese momento y justamente es un momento, no dura para siempre. Es muy importante registrar lo logrado, todo lo aprendido, valorarlo y festejando y compartiendo con quienes nos importa eso que uno ha generado en su vida. Pero hay que seguir avanzando.
Y aquí es cuando otra vez el diablo mete la cola, en realidad nunca hay una instancia en los tramos del camino de transformación interior que se pueda descuidar. En todo recorrido puede haber mesetas pero eso no significa que uno tenga que desentenderse del tema.
Cuando se recorrió todo ese viaje y uno reconoce que ya no es la misma persona que comenzó en un principio, pensar que haber llegado al objetivo y relajarse despreocupadamente lleva a que tal vez todo lo aprendido quede en saco roto y realmente que eso suceda es un desprecio a uno mismo. Solamente uno puede afirmar lo que le significó todo lo vivido y sin embargo, ante el menor descuido es un mismo que lo echa por la borda.
Justamente si bien es un momento de gran alegría también es peligroso, aunque parezca contradictorio. Lo que sucede y esto es lo que nos suelen enseñar, es que al momento en que uno alcanza un objetivo, una meta, en esa instancia es cuando tiene que trazar el nuevo propósito, el nuevo objetivo. Se trata de seguir escalando y entender que son tramos del camino de nuestra evolución.
Otra de las trampas es ponernos un techo al ubicar ese objetivo como lo máximo que podemos lograr y llegar hasta ahí, o sea, conformarnos con lo logrado y retirarnos. Si bien son decisiones está claro que el crecimiento interior se logra avanzando y no nosotros poniéndonos un tope. Yo me preguntaría con qué criterio considero que ese es mi tope.
Desde el Tarot esta etapa está representada por la carta de El Mundo, la carta número 21 ya concluyendo así con la secuela de los Arcanos del Tarot. Esta carta habla de lo logrado, de la plenitud de llegar a la cima y de la integridad que es posible lograr al incorporar en un mismo los polos y dualidades vividas.
Todo lo registrado por haber estado en un pozo profundo como por haber estado en la cima. Esta carta también habla de prepararse para comenzar de nuevo ya que para el Tarot, el ciclo vuelve a empezar con El Loco en una nueva espiral, con un aprendizaje incorporado. ¿Estás dispuesta a comenzar un nuevo Viaje?.
Carolina Capmany
FanPage Facebook: Astro Iniciática - Logos Astral
Mail: contacto@logosastral.com
Pagina Web: www.logosastral.com
Comments